V de... malo maloso

enero 27, 2012

Hoy voy a contarles una historia, simple y sencilla, poco elaborada, pero muy real. Una historia que no tiene un personaje como protagonista, sino a mi mismo. Un mi mismo humano, mago, a las puertas de la gran ciudadela conocida como Nix.
Pablo Marquez, alias Gulfas MORGOLOCK había creado, allá por el año 2mil, un mundo nuevo y fantástico, dominado por un Imperio, de gran poder e influencia. Pero, como todo reinado de poder e influencia, éste tenía un digno rival: la horda del caos. Pablo nos había regalado, en ese momento, una segunda vida - una vida paralela.
Recuerdo que estaba en PlanetGame, algo así como un feudo, un paso al ensueño, cuando tomé mi báculo y me encaminé a las tierras que él había creado.
En fin. Año 2001. Ciudad de Nix. Caminaba entre los ordenados comercios de la ciudad, a la sombra de los árboles, compraba lo necesario, sólo lo necesario. Recorría la ciudad cada día, por lo que, ocasionalmente, hacía este recorrido con los ojos cerrados. El aroma del mar, al pasar por el muelle; las oraciones en latín, a las puertas del templo. Pocas veces había estado en una ciudad tan tranquila como esa. Y, tras más de diez años, puedo afirmar que sigue siendo mi favorita. Superadas las puertas del templo, una pequeña casita, particular en lo absoluto, alojaba al veterano mago de la ciudad. Un mago imperial al servicio de los jóvenes aprendices que éramos. Y así continuaba el sendero. Un momento de exaltación, de sentimientos encontrados cada vez que nos topábamos con el griterío en el barrio del banco. Y luego, nuevamente silencio.
Allí quedaban, ante nuestros ojos, las grandes puertas de la ciudad, que llevaban al bosque, custodiadas por dos grandes y corpulentos guardias vestidos de azul. Cortes saludo al primero de ellos, gesto con la cabeza al segundo, y a caminar.
Vaya si era tranquila la vida de un mago por aquel entonces. Sombrero de punta, túnica y bastón. Con los ojos puestos en el sendero, siempre en el sendero, solía aventurarme hacia la enorme fortaleza de Banderbill. El Palacio Real y el Gran Consejo me esperaban en aquella alejada metrópolis, donde cada día, cayendo la tarde, se llevaban a cabo las reuniones de la hermandad.
... vaya si era tranquila la vida del mago.
Pero allí estaba ella. Sus largos cabellos rubios, brillantes como el sol, volaban por encima de su capa, roja como la sangre, y golpeaban contra su armadura. Su armadura, negra. Negra como la muerte. Firme y decidida, con esa mirada asesina que la caracterizaba, Veronika montaba su corcel infernal. Esperaba, simplemente esperaba, a las puertas de la ciudad. Espada bastarda enfundada. Enfundada también, pero mucho más a mano, su Daga infernal, mortífera y colorada como la luna tras una tarde de guerra. Daga que ya había probado mi sangre. Daga que quería más de lo que había tenido.
Es el día de hoy, diez años después, que ante las puertas de Nix respiro profundo. Respiro, observo. Observo y comienzo a caminar, sabiendo que un día volveré a oír el galopar de su corcel. Y estaré muerto de nuevo.

Veronika fue la primera Mala Mala, así con mayúscula que me crucé. Un personaje épico por donde se lo mire. De allí en más, marcado de por vida, muchos de mis malos malosos han llevado con orgullo esa V en su nombre. Allí lo tienen a Valdemar, esperando, sentado y aburrido. O a Valfierno, de quien ya hablaré más adelante. Hay más, sí, pero están guardados, a la espera de ver la luz... hay más personajes que reflejan ese trauma que me dejaste.

Hija de...

Un recuerdo, un poco de literatura barata, que les regalo por ser Viernes. Y como todo Viernes, hay que festejarlo de algún modo.

Nota a parte, gracias Pablo por TANTOS años de vicio. Jamás va a leer esto, pero qué importa.

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