Desafio ¡yo escribo! P3
febrero 15, 2014
Aquel lugar se extendía mas allá de sus paredes
Paradojicamente, comienzo esta nueva entrada del desafío Yo escribo sobre mi ambiente de trabajo fuera del mismo. Y he de decir que no es nada fácil hacerlo!
Pero, antes de comenzar con el cotilleo, les recuerdo que tanto esta como mis anteriores entradas responden a un reto literario propuesto por Sparda, quien nos invita hoy a hablar sobre nuestro ambiente de trabajo, escritura y revisión: el lugar físico y nuestras manías en el mismo.
Espero se tomen el tiempo para pasear por mi mundo y me cuenten como es el suyo... porque hoy es el turno de dar a conocer La guarida de Valdemar, que es tanto mi hogar como el universo que contiene infinitos hogares, para infinitos personajes e infinitos puntos de vista.
Digamos que escribir en mi departamento me ayuda muchísimo a extender sus paredes en forma inimaginable, dado que ese pequeñito rectángulo de mundo, de 3x8, no podría albergar, al menos físicamente, la cantidad de cosas que he imaginado en él.
Los tres metros de largo x cuatro de ancho que representan la cocina living comedor han sido mi espacio de trabajo los últimos dos años y medio, en los cuales he pensado, bocetado y puesto en la mesa de juego un sinfín de situaciones que, como comente anteriormente, sujetas al azar, dieron forma a lo que hoy en día son "mis relatos".
Ante todo, recordar que mis escritos nacen como campañas para partidas de rol, y que en ellas cobran verdadera vida sus personajes
Comprenderán que un departamento de 24m² en el que viven dos personas y un tigre dientes de sable no puede permanecer ordenado por demasiado tiempo, por lo que me he tenido que acostumbrar a escribir en un ambiente cambiante, donde las cosas cobran vida propia y se mueven a voluntad, conquistando cuanto espacio de la mesa quieran ocupar. Lo mismo con el tigre, que tras su alianza con los objetos, ha decidido cederles su espacio y acostarse sobre el pobre e indefenso teclado de la notebook que suelo usar para escribir.
Y si bien podríamos hablar sobre esto durante horas, lo que ningún ser humano que se precie de conocerme debería olvidar nunca es que en mi ambiente de trabajo siempre hay aroma a café. Café fuerte, negro, inundando los sentidos tras escapar de la cafetera que ruge con potencia a mis espaldas mientras voy dando forma a los mundos en que ustedes, lectores y/o jugadores, suelen pasearse.
"Lloraría, si pudiera hacerlo.
Quién habría pensado que yo, la pequeña niña tras el ordenador, iba a pasar un
día entero sin café… sin café, y sin llorar"
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