Desafío de los 30 días 2°ed - D6

noviembre 06, 2014

Qué es esto, y por qué me he prestado a responder algo así, sería lo más cercano a mi reacción ante la pregunta del día. Y vamos, que no odio los juegos de rol, ni siquiera odio al rolero promedio. Ni al casual. Uff, odio a todo el mundo sin odiarlo realmente: quizá me molesta, sí, la dinámica de las relaciones que surgen en el plano de un universo plagado de contradicciones.

D6
Odias los juegos de rol porque…

...su buque insignia no representa realmente el espíritu de lo que éstos implican, así como tampoco logra englobar ni ejemplificar todas las posibilidades que este tipo de juego ofrece. Y es que D&D será siempre el primero y quizá el más mentado, pero se ha escrito mucho desde aquel entonces y han surgido infinidad de variantes que hacen a un juego de rol y que D&D no solo no posee, sino que esquiva adrede.  
Y ojo, no tengo nada en contra de D&D, es un juego que me apasiona, que disfruto a más no poder, pero aún así considero que no tiene nada, hoy por hoy, para mantenerse en el pedestal en que nosotros mismos, los jugadores, lo seguimos poniendo. Y ni hablar de la famosa regla de oro, que te insta a tomar las reglas que quieras y dejar de lado las que te entorpezcan en tu función de director: ya de por sí es paradójico lo de una regla que te diga que no hay reglas, pero más allá del chiste, si consideramos la regla de oro como el pilar de los juegos de rol, D&D cae automáticamente de esa posición ejemplar.
Lo mismo podríamos decir del universo white wolf en general; parece que los jugadores nos vemos tentados de englobar todo lo que significa este mundo en unos pocos pilares supuestamente representativos que terminan siendo "los juegos de rol" en términos de certeza.

También podría decir que odio los juegos de rol porque sacan lo peor de las personas. Empezando por esa famosa regla de oro que cada cual interpreta como le da la gana o, peor aún, no pueden siquiera aceptar como posibilidad.
Estos juegos han dado lugar de gestación a especímenes extraños por demás, adictos a las reglas, defensores de ideas de una rigidez inusitada en medio de un ambiente de absoluta libertad, lo que no deja de reforzar la hipótesis de que los juegos de rol son una paradoja en sí misma. Ni hablar de puntos álgidos como la puntualidad (o falta de ella), o el nunca estar satisfecho, como he leído por ahí. Los juegos de rol te invitan a entrar en ese vacío sumamente enriquecedor, capaz de sacar por igual lo mejor y lo peor de una persona (vamos, como una charla más, sólo que en un encuadre particular).


Como anécdota, para diferenciar esta entrada de muchas que, supongo, versarán sobre lo mismo, he de decir que jugué D&D "sin reglas", o aplicando en mayor o menor medida la regla de oro, y ha funcionado muy bien. Aún así, tal propuesta sorprendió a propios y ajenos, y nunca fue fácil alejar los ojos de mis inhumanos jugadores del pilón de manuales que decoran las estanterías de mi pequeña guarida.



Esta entrada pertenece al Desafío de los 30 días. Puedes ver las reglas aquí, y al resto de los desafiantes en este post.



 

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