Desafío de los 30 días 2°ed - D2

noviembre 03, 2014

Que alguien me explique cómo es que recién van 2 días de desafío y yo ya me he atrasado. Parece que no estoy hecho para esto de la regularidad! Y es que es así, la procastinación es mi amiga; al menos puedo rescatar de esta experiencia, ademas de todo lo mencionado en la entrada correspondiente al D1, que va a obligarme de una forma u otra a organizarme. Al menos por un mes seré lo mas cercano que me sea posible a una persona constante.
Por lo pronto, ya con un par de entradas en la web respondiendo al punto 3, yo me dispongo a abordar la 2da consigna:

D2
¿Cual ha sido tu mejor sesión?

Uno debería ponerse a pensar primero en cómo y por qué decide que una experiencia es mejor que otra y en relación a qué aspecto de tal o cual es que se hace semejante comparación. Sucede que en tantos años como director de juego he tenido el placer de compartir momentos grandiosos, en los que las historias que nos servían como pretexto para juntarnos supieron dar paso a recuerdos maravillosos, ya sea por estrepitosas victorias, inesperados desastres, o viceversa, tanto de un lado como del otro de la mesa. 
Creo que, aun así, nunca tuvimos una sesión en la que todo saliera perfecto: siempre hemos tenido inconvenientes de algún tipo, mas que nada porque somos tipos complicados y así nos gusta que sean las cosas. Las historias que escribo suelen ser complejas por demás y los planes de la mayoría de mis jugadores suelen ser peores. Ahora bien, cada sesión -cada una de las que he jugado- me ha dejado algo que contar: hablare de una o dos que hoy por hoy me parecen las mejores sólo porque me paro sobre un concepto puntual que guía mi mirada sobre el pasado. Es que pocas veces he tenido la oportunidad de dirigir sesiones de juego en las que los libros permanezcan cerrados y los dados no repiqueteen sobre la mesa una y otra vez.

El tablero en blanco y la experiencia narrativa en D&D 

Considero que una de mis mejores sesiones de juego fue, por ello, una vieja partida de Vampiro, en la que por primera y quizá única vez, me sentí dirigiendo sobre un sistema realmente narrativo. Mis jugadores aun jugaban con humanos, utilizando el manual del nuevo mundo de tinieblas, y se acaban de topar con un ser sobrenatural del que nada sabían; era una historia clise para abrirme paso hacia la transición del nwod a vampiro requiem, pero la situación se desvirtuó. Aun recuerdo la cara de los jugadores cuando quien participaba de la escena en un bar local, cara a cara con la criatura de la noche, pareció ser vencido por sus deseos y perdió la capacidad de ver lo obvio: aun cuando todo decía que aquel personaje era un chupasangre por hablar mal y pronto, el experimentado jugador creyó encontrarse ante la presencia de vaya uno a saber qué cosa, generando una especie de parodia para el resto, que observaba tragándose la risa que clamaba por salir. Aquella extraña experiencia me llevó a realizar toda la escena sin tirar dado alguno; fue un interrogatorio cara a cara, llevando al jugador a pensar y percatarse de su error, en lugar de poner su entendimiento de la situación en manos del azar o, peor aun, ser yo quien explicara lo que estaba sucediendo.
No hubo dado alguno en toda una noche de tensión, mientras los demás presentes, totalmente compenetrados en lo que pasaba, miraban el ida y vuelta como si de una película se tratara. Solo faltaban los pochoclos!
Esa sesión tuvo de todo y es así como la recordamos. Por lo ridículo de la situación en primer lugar, y por el peso que tuvo la narrativa, el ponerse en la piel de un personaje oscuro, un psicópata de libro, frente a un humano totalmente ajeno a lo obvio (y un jugador igualmente perdido) y dejar salir en cada una de sus palabras la perversión más profunda, aprovechando un error para construir un edificio narrativo que pocas veces logre emular.

La otra sesión que recuerdo con mucho cariño, y que también se asienta sobre la base de una partida que de forma inesperada se alejó de lo normal en materia rolera clásica, fue durante una larga campaña de D&D. Los jugadores en aquella oportunidad se preparaban para el típico mata mata al que estaban acostumbrados, en plan dungeonero old school, pero no sabían que aquella noche la idea era otra. 
Recuerdo que tiempo antes había estado planteándome la posibilidad de un D&D diferente, con aspectos narrativos y tramas mas elaboradas en relación con lo poco que conocía al respecto. La sesión entera se presento como una partida de investigación política y económica al interior de una metropolis totalmente ajena a los personajes, con mucho peso de la diplomacia por un lado y el sigilo por el otro. Era necesario hacer las preguntas correctas mas allá de tirar los dados y sacar un puntaje elevado en, por ejemplo, persuadir, y fue aquello lo que transformo nuestra experiencia dungeonera para siempre. 
Realmente no esperaba que saliera bien. Y he de admitir que me lleve una sorpresa cuando todo salio mejor de lo esperado: aquella fue una inesperada victoria de los jugadores y una sensación extraña para mi; feliz por lo bien que había salido todo, pero profundamente cabreado por haber sido derrotado en tanto storyteller por un grupo de mata-matas empedernidos.


Esta entrada pertenece al Desafío de los 30 días. Puedes ver las reglas aquí, y al resto de los desafiantes en este post.

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